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Los relojes de cuerda son accesorios que nunca pasarán de moda por su elegancia, apariencia estética y complejo funcionamiento. Uno de los componentes más importantes en la relojería mecánica es el resorte o muelle real, el cual se encarga de almacenar la energía con la que funcionan las otras piezas.
Es un resorte de torsión en forma de espiral que suele fabricarse totalmente de acero o con aleaciones para mejorar su desempeño. Este componente es una pieza clave que también se usa en otros mecanismos como cajas de música, instrumentos de cuerda, temporizadores para cocina y juguetes de cuerda.
Los muelles reales aparecieron por primera vez en Europa en el siglo XV como parte de los relojes de cuerda para reemplazar al anterior sistema de contrapesos. El primero fue utilizado para el Burgunderuhr, un antiguo reloj de cámara dorado que actualmente se puede ver en el museo Germanisches Nationalmuseum en Nuremberg, y del cual se dice que fue fabricado en 1430 para Felipe el Bueno, duque de Borgoña.
El resorte incide directamente en la energía de los relojes de cuerda. Se ubica al interior del cubo de barrilete, que es una especie de estuche dentado que se asocia con el sistema de cuerda, desde el piñón central hacia la transmisión. Su elasticidad, anchura, grosor y longitud dependen de la estructura del reloj, e inciden en la rigidez que es la capacidad para resguardar y liberar energía.
Además de ser la principal fuente de energía de un reloj, el resorte también influye en la precisión. Por esta razón los materiales utilizados, la elaboración del reloj y, en particular, del resorte o muelle real, deben ser de muy alta calidad y siguiendo los estándares del fabricante. En la actualidad, gracias a los avances tecnológicos, se puede usar resortes planos y compactos que almacenen energía de marcha de más de una semana para dar más comodidad a los fanáticos de los relojes de pulsera o de bolsillo, donde la limitación del espacio es un reto para generar un movimiento rotatorio.
Al darle cuerda al reloj se mueve el núcleo del centro del barrilete, el cual tiene un gancho al que se sujeta el resorte por un orificio. El extremo exterior del resorte está fijado a la pared interior del barrilete, y en los relojes automáticos tiene una brida que permite que se deslice en caso de sobrecarga. El espacio libre entre el núcleo y la pared interior del barrilete queda a disposición del resorte. Un diámetro más pequeño hace que el extremo inferior del resorte se curve más y que tenga una menor resistencia mecánica.
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